Después del funeral del Papa Francisco, comienzan nueve días de misas diarias que se extenderán hasta el 4 de mayo. Este período es crucial para la reflexión y la preparación de la elección del próximo Papa.
A partir del 5 de mayo, y a más tardar el día 10, comenzará el cónclave. Se convoca oficialmente a 133 votantes, aunque hay dudas sobre la presencia de Angelo Becciu, excluido por el Papa Francisco debido a condenas por fraude fiscal.
El cónclave se lleva a cabo en la Capilla Sixtina bajo estrictas medidas de aislamiento y secreto. Los Cardenales permanecen en el Vaticano y votan a puertas cerradas, sin contacto con el exterior. Se requiere una mayoría de dos tercios para elegir a un candidato y se pueden realizar hasta cuatro votaciones al día.
El cónclave más largo de la historia duró dos años y nueve meses en el siglo XIII, y de él se eligió a Clemente IV. El más corto fue el de Julio II en el siglo XVI, que duró solo un día.
Después de cada ronda de votación, las papeletas se queman: si no hay acuerdo, sale humo negro de la chimenea; si hay un nuevo Papa, el humo es blanco.
¡»Habemus Papam!» marca el final del cónclave y da la bienvenida al Papa recién elegido, quien tras su primera bendición Urbi et Orbi, oficialmente inicia un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia.
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