La Gran Mérida de Alexandru conquistó el corazón de la audiencia.

¿Cómo se puede conquistar un corazón sino es a través de la libertad? Este es uno de los conflictos planteados en Alejandro y la eunuco persa. El macedonio (Guillermo Serrano) ama a la gente como Hefestión (David Gutiérrez), ya sea hombres o mujeres (Ana García como Roxana, y Ana Batuecas como Barsine), sin diferencias y sin posesividad hacia sus amantes.

El amor por uno de ellos, Bagoas (Miguel Ángel Amor), el eunuco persa, sirve como un puente para comprender una nueva civilización. Así, de la conquista a través de la guerra se pasa a ser conquistado por la cultura. Frente a esto, los generales (José Antonio Lucía, Llame a Pizarro, Antonio MM, Juan Carlos Castillejo): Militares que fomentan el etnocentrismo porque temen y odian a los extranjeros. Los líderes que pervierten la palabra conquista cuando en realidad significa exterminio.

Una vez más, el teatro proclama mensajes que resuenan en el presente, incluso si provienen del pasado. Muchos de ellos son expresados por Aristóteles (Rafa Núñez):

«Las guerras y la ocupación nunca unirán a los pueblos».

Otros, como una burla, son representados por el Bufón de Alejandro (Francis Lucas). Hay intimidad, amor maternal obsesivo (Paula Iwasaki como Olimpia y Silvia González), celos, amistad e injusticias. Y un universo que se ilumina con luces y sombras (creación de Fran Cordero) en naranja, rojo y azul.

Este culto a los cultivos (Karlik Dance and Ceograft dirigida por Cristina Silveira) dura algo más de dos horas y está enriquecido para conmover.

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